Creo imprescindible compartir algunas reflexiones, para contribuir a valorar adecuadamente el papel y el resultado del Partido Popular catalán en las elecciones del 27S.
Sin duda alguna no podemos considerar satisfactorio el resultado de 11 diputados con apenas un 9% de votos, si bien es cierto que se ha producido una cierta recuperación en relación a las perspectivas del mes de julio, y quizás algo más importante la recuperación de la ilusión por una parte importante de la militancia que después de los esfuerzos de las elecciones municipales, quedó desmotivada. La realidad es que pasar de 19 diputados a 11 no da para ninguna alegría.
La propuesta de Alicia Sanchez Camacho, de que Xavier Garcia Albiol encabezara la candidatura, no sólo fue un acto de gran generosidad, sino un importante revulsivo para la militancia que ha permitido abordar estas elecciones con la intensidad que requería el desafío planteado, pero en el entorno político continúan existiendo circunstancias desfavorables, algunas de las cuales, cito a continuación.
El desgaste de gobernar:
Sin duda que el Partido Popular suele ganar las elecciones generales cuando la situación del país llega al límite, así ocurrió en 1996 y así ha vuelto a ocurrir en 2011, en éste último caso en una situación ya mucho más crítica y al borde del rescate financiero. La única forma de salir de estas situaciones, es mediante medidas difíciles e impopulares, que aunque corrijan el rumbo, sino van acompañadas de una comunicación y explicación abundante y adecuada, generan desconfianzas entre los ciudadanos, y sin ninguna duda, hoy no solo estamos ante esa situación, sino que incluso existe la falsa percepción que la situación de crisis ha sido provocada por quien precisamente le ha puesto remedio.
La corrupción pasa factura:
La corrupción es inherente a la condición humana, y se encuentra a diferentes niveles en cualquier organización y cuanto más numerosa es esta, mayor probabilidad de comportamientos corruptos. Ante esta realidad, que ni es, ni pretende ser excusa de nada, sólo cabe actuar con ejemplaridad, con agilidad y sin compasión. Si bien es precisamente con un Gobierno del Partido Popular cuando más casos de corrupción aparecen a luz pública, y cuando más medidas se han adoptado para dificultar estos comportamientos, se han cometido torpezas que NOS hacen aparecer ante los ciudadanos como una organización corrupta.
Pongo énfasis en “NOS”, porque los que más sufren los casos de corrupción de nuestra organización son los centenares de miles de personas que colaboran en ella, sin esperar nada a cambio, y los miles de cargos electos que ejercemos nuestras funciones con pulcritud.
La paradoja del PP catalán:
Ante el desafío secesionista del nacionalismo catalán, y a diferencia de la percepción generalizada de que el Gobierno de España no ha hecho nada, tengo que afirmar que no es así, y que se han tomado decisiones adecuadas, proporcionadas y serenas.
Debemos entender que los nacionalistas, conocen perfectamente que alcanzar la independencia es harto difícil siguiendo el ordenamiento jurídico, y menos aún puede ser objeto de negociación por parte de ningún Gobierno mínimamente responsable.
Su estrategia entonces pasa por tensar la relaciones con el Gobierno, y en ese marco debemos situar la aparente voluntad de negociar un pacto fiscal (eufemismo del concierto económico que la CE reserva a las comunidades forales), y la aparente voluntad de negociar una consulta sobre el derecho a decidir (eufemismo de referéndum de autodeterminación no contemplado en el ordenamiento jurídico de ninguna democracia) cuyo único objetivo es mostrar la cerrazón del Gobierno a negociar, aunque saben perfectamente que ni el Gobierno, ni el propio Presidente puede negociar con algo que no es suyo, sino que es del conjunto de los españoles.
La celebración del “proceso participativo” (otro eufemismo), la creación de “estructuras de estado” (eufemismo), o la celebración de una elecciones “plebiscitarias” (eufemismo), no son más que provocaciones para intentar obtener una reacción desproporcionada del Gobierno de España. ¿Se imagina el lector mandar un solo policía a una escuela para evitar el “proceso participativo”? ¿Se imagina la suspensión de unas elecciones, formalmente autonómicas? Esas son las fotografías que los estrategas de la independencia pretenden, para poder argumentar la necesidad de un arbitraje internacional ante la “opresión” (eufemismo) del Estado al ejercicio de la “democracia” (también lo usan como eufemismo) en Catalunya.
Nadie puede dudar de que el Partido Popular de Catalunya, nos hemos opuesto con la contundencia necesaria y con las herramientas a nuestra disposición al desafío secesionista: es nuestra labor. Pero no se aprecia correspondencia con la aparente tranquilidad con la que el Gobierno responde al mismo, cumpliendo también su labor.
Esta falta de correspondencia, es la que hace que se visualice una falta de utilidad frente al secesionismo para el elector del Partido Popular, y éste puede optar por otras formaciones políticas que no se encuentran en esa misma encrucijada, ya que solo tienen que hacer frente al desafío con la palabra y no con hechos.
Y ahí es donde aparece la paradoja, cuando más racionalmente impedimos que los independentistas alcancen su objetivo, menos útiles aparecemos ante los ciudadanos. Sin duda, debemos tomar notar, e intentar corregir esta situación.