Fruto de la imaginación que le ponen al relato separatista, se ha venido a denominar la Presidencia de Quim Torra, como provisional. Se basan en la falsa realidad de que Puigdemont continúa siendo President y en que el principal objetivo del sucesor no es otro que reestablecer al anterior: una vez más el separatismo se mueve en recrear un ambiente ficticio que es lo que sustenta ese relato que nos debería llevar a los catalanes a tener helado de postre cada día.
Oídas las intervenciones en las sesiones de investidura, conocido el pensamiento y opinión del nuevo President expresados en sus artículos, ciertamente que más bien poco podemos esperar de su acción de Gobierno. Conoceremos en breve la composición del Gobierno que será la siguiente prueba de sus verdaderas intenciones, la primera ya la expresó en su toma de posesión ignorando la arquitectura del Estado y asumiendo en exclusividad la única autoridad de un Parlamento con una, también ficticia, mayoría independentista.
Un Gobierno con consejeros que, atendiendo a su situación procesal, no tendrán ninguna capacidad de actuar como tales, demostraría que su único propósito es mantener el desafío a la democracia y al Estado de derecho que es lo que seguramente le preocupa a él, pero en ningún caso serviría para resolver los problemas y mejorar la calidad de vida de los catalanes, que es para lo que debería servir un Gobierno y la política.
Si los propósitos del nuevo Gobierno son los expresados por el President como desarrollar una república catalana que no existe, bajo la dirección de un consejo de la república que tampoco no existe, elaborando una constitución catalana bajo la dirección de una presunta asamblea de cargos electos exclusivamente separatistas cuyo objetivo es suplantar el Parlamento -y de paso acallar las voces críticas-, todo ello sustentado en el mandato inexistente de un referéndum también inexistente, los catalanes, vamos camino inexorablemente de nuevas acciones por parte del estado para reestablecer la democracia y la libertad, que es lo que está en juego en Catalunya.
Así pues, vistos los (des)propósitos del President, el carácter de provisionalidad toma un sentido distinto, ya que podríamos estar ante un President breve: solo de él depende.